065.- L. BOBET

Louison Bobet con el equipo que llevaba su nombre y el Camaleón con un cortavientos con un diseño similar y un maillot del mismo color debajo, para parecer que lleva un jersey como el del francés.  

Louison Bobet corrió en los años 1955 a 1960 en un equipo con su mismo nombre, que era a su vez una marca de bicicletas, y que gozaba también del copatrocinio de Hutchinson, la empresa de neumáticos. Este corredor bretón es uno de los más grandes ciclistas de la historia. Su palmarés en grandes vueltas incluye tres victorias en el Tour de Francia, carrera en la que se llevó doce etapas, y un segundo puesto en el Giro de Italia, ronda en la que ganó dos etapas. En pruebas de un día también brilló, ya que ganó cuatro de los cinco monumentos, todos salvo la Lieja-Bastoña-Lieja, y redondeó estos fantásticos resultados con un campeonato del mundo. Pese a sus grandes cualidades se decía que era un tanto frágil de carácter, por lo que en el pelotón se le conocía como La llorona o Luisita Bombón. Era la antítesis de la rudeza de Ferdi Kübler o Jean Robic, un hombre mucho más cercano a la elegancia de Hugo Koblet. Su puerto fetiche, como el de Coppi, era el Izoard, siendo célebre su frase "un campeón entra siempre solo en la Casse Déserte". Por último, como colofón, hay que ir hasta el Tour de Flandes de 1956, donde dejó una muestra de carácter y profesionalidad difícil de superar. En un día con nieve y unas condiciones en que hoy en día no se disputaría la carrera, Bobet llegó el penúltimo, recién recuperado de una operación. Bueno, fue el anteúltimo, sí, pero de los sólo catorce corredores que terminaron la prueba. Cuando llegó al hotel, sus compañeros de equipo, ya cambiados y recuperados, se relajaban jugando a las cartas o tomando una bebida caliente cuando Louison entró casi desmayado, ayudado por su director, Magne, que exclamó: “¡Señores, en pie, entra un campeón!” Bobet, el as, poseedor de un palmarés esplendoroso, brilló aún más en esta derrota que en todas sus victorias.