034.- CARPANO COPPI
034.- CARPANO COPPI
Coppi con el maillot blanco del equipo Carpano Coppi y el Camaleón
homenajeando al gran Fausto, aunque sea recordando en su etapa final, menos
gloriosa, con un maillot moderno hecho sobre la base de un maillot liso de
manga larga de b’Twin serigrafiado con los logos de las dos marcas anunciantes.
Fausto Coppi, il Campionissimo, corre con la
escuadra Carpano Coppi en su época final. El equipo tiene el doble patrocinio
de las bicicletas Coppi y del vermú Carpano, con sede en Turín. En 1956 Coppi
todavía tiene cualidades para ganar el Gran Premio de Lugano, contrarreloj, y
al año siguiente, en 1957, se impone en la contrarreloj por parejas en que
consiste el prestigioso Trofeo Baracchi, en compañía de Ercole Baldini,
consiguiendo con ello su cuarta y última victoria en esta prueba. Pero ya es la
sombra de lo que fue, su tiempo ha pasado y el gran corredor italiano no brilla
como solía. No obstante, en 1956 todavía intenta llevarse una de sus pruebas
favoritas, el monumento del otoño, el Giro de Lombardía, en el que se había
impuesto en cinco ocasiones, su última oportunidad para salvar una temporada decepcionante. La
prueba todavía tenía su meta en el mítico Velodromo Vigorelli, en Milán, y el
ciclista de Casellania lo intenta. En la ascensión a la Madonna del Ghisallo
había atacado Diego Ronchini, y después lo había hecho Coppi, uniéndose en la
bajada. Atrás no hay colaboración y en el dúo sí, con lo que alcanzan una
diferencia en torno al minuto y todo parece de cara. Sin embargo, en el grupo
de atrás entra Darrigade, compañero de equipo de Ronchini, éste deja de
colaborar con Fausto y los perseguidores comienzan a poner un mayor ritmo. A
falta de ocho kilómetros del final
termina la aventura. En el sprint el francés André Darrigade se lleva la
victoria y el italiano se tiene que conformar con el segundo lugar, rompiendo a
llorar por la decepción. Nunca más volverá a
estar Fausto Coppi cerca de ganar un monumento, ni de lograr ningún otro gran
triunfo en las grandes vueltas, en las que tanto había destacado. Su época como
ciclista toca a su fin y su propio tiempo vital, cosa que nadie sospechaba,
también está agotándose. Aunque los ciclistas como él nunca mueren del todo,
permanecen en la memoria de los aficionados y son, por ello, inmortales
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